Las contradicciones o cambios de opinión están socialmente estigmatizados, se consideran una falta de criterio y aparentemente muestran debilidad en nuestros razonamientos. La sociedad nos empuja a ser firmes en nuestras conclusiones, aunque nos hayamos equivocado.
Lo que nos pasa a los que nos contradecimos, a los que cambiamos de opinión, a los que no somos coherentes según la visión de la sociedad; es que en realidad tenemos mucho criterio –eso insisto en contarme a mí mismo–. Adaptamos nuestras respuestas a las preguntas de la vida, no solo al enunciado de pregunta, sino también a las circunstancias externas, a nuestras circunstancias internas, a nuestras experiencias pasadas y a nuestras convicciones más profundas.
Una misma pregunta, puede dar como resultado muy diferentes respuestas.
Abracemos nuestras contradicciones.
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